La secularización, el liberalismo y el problemático papel de la religión en las sociedades modernas

La secularización, el liberalismo y el problemático papel de la religión en las sociedades modernas

Introducción

En este trabajo se abordan dos cuestiones que no son factores causales para el surgimiento de los movimientos populistas de derecha, pero que constituyen el marco en el que tienen lugar los debates sobre el pluralismo etnorreligioso y su relación con la política, a saber: una comprensión defectuosa del proceso de secularización sociológica y una tradición liberal que da por sentado muchas nociones problemáticas y determina sutilmente la lógica del debate.

Estas dos cuestiones sin resolver dificultan una buena comprensión de la complejidad de los fenómenos sociales relacionados con la religión en las sociedades occidentales contemporáneas, como el fundamentalismo, el terrorismo, el islam político o las reivindicaciones de otros grupos religiosos de participar en la esfera pública.

Para lograr los objetivos anteriores, el artículo se centrará en cuatro puntos interconectados. El primero será una breve revisión de la teoría de la secularización, por un lado, y del secularismo como ideología, por el otro. El segundo punto constituirá un cuestionamiento del marco liberal. En la tercera parte se propondrá una manera particular de abordar los fenómenos sociales vinculados a la religión. Y, finalmente, en el cuarto apartado se examinarán los factores relacionados con la religión que alimentan los movimientos populistas de derecha extrema.

La secularización y el secularismo

Uno de los factores que parece estar relacionado con la falta de capacidad para responder eficazmente a los problemas sociales vinculados a la religión es la comprensión limitada de cómo opera la secularización en la sociedad actual.

La teoría de la secularización es parte de una teoría más amplia sobre la modernización que trata de explicar el cambio social en los siguientes términos. A medida que las sociedades pasan de entidades tradicionales a modernas, se producen diferentes procesos sociales: racionalización, separación de un único sistema social en sub-sistemas diferenciados y autónomos, migración de las zonas rurales a las ciudades, burocratización de los procesos gubernamentales, secularización… Este proceso tuvo lugar en los países occidentales, especialmente en Europa, pero fue considerado como un proceso universal, por lo que la modernización adoptó no sólo un enfoque descriptivo sino también teleológico.

Empíricamente, la secularización, a su vez, tenía que ver con diferentes fenómenos y procesos sociales: la pérdida de lealtad hacia las instituciones religiosas tradicionales, el desplazamiento de la religión de la totalidad del sistema social a una esfera autónoma, así como la política, la ciencia y la cultura; y, en algunos casos, la separación de ciertas prácticas religiosas tradicionales, como la celebración de la Pascua de Navidad, de su significado religioso.

Sin embargo, mucha gente interpretó estos hechos más radicalmente y, probablemente yendo más allá del ámbito de validez de la teoría, planteó que, a medida que las sociedades se modernizaran, la influencia de la religión desaparecería o simplemente se convertiría en una cuestión privada, un folclore postmoderno, rituales culturales exóticos u otros fenómenos que dan sentido y generan trascendencia como el deporte.

En todo caso, las políticas públicas tomaron estas conclusiones como hechos y a consecuencia de ello pasaron por alto el papel de la religión en la sociedad y las complejas transformaciones sociológicas que se estaban produciendo a nivel de la religiosidad. Además, algunas personas tomaron estos puntos como una ideología asociada con el secularismo e hicieron declaraciones normativas en el sentido de que la religión, a fin de avanzar hacia sociedades más avanzadas, debía desaparecer.

Por el contrario, las transformaciones sociológicas parecían estar avanzando de otras maneras, que no han sido reconocidas hasta hace poco.

Para empezar, ahora se destaca el papel que han desempeñado las consideraciones religiosas en varios casos prominentes de conflicto político y revolución. Algunos ejemplos incluyen la Guerra de los Seis Días entre Israel y Egipto, la revolución iraní, el desarrollo del nacionalismo hindú en la India y el nacionalismo budista en Sri Lanka, el papel del catolicismo en el derrocamiento del comunismo en Europa Oriental, los movimientos de desobediencia civil no violenta inspirados en la religión, el surgimiento de la política evangélica en los Estados Unidos y el mal llamado terrorismo islámico, por nombrar algunos.

Estudios demográficos recientes también han sido significativos, mostrando que la abrumadora mayoría de la población mundial sigue siendo tan religiosa como siempre, si no más. Por ejemplo, la Encuesta Mundial de Valores, llevada a cabo en 56 países desde la década de 1980 hasta principios de la década del 2000, encontró que los niveles de creencia religiosa aumentaron del 80% al 83% en la población mundial durante este período. La única región donde estos niveles disminuyeron fue Europa Occidental, pero sólo del 81% al 78%. A su vez, los niveles de creencia religiosa aumentaron en Europa Oriental del 68% al 78%, mientras que el porcentaje de chinos que citaron la «religión» como una influencia importante en su vida creció del 22% al 36%.

Otros estudios han socavado la idea de que la modernidad y la religión están de alguna manera en desacuerdo al probar tentativa pero empíricamente cómo la religión ha jugado un papel importante en alentar a muchos pueblos no occidentales a aceptar la ciencia moderna, la medicina moderna y la política democrática. De hecho, la teoría de la secularización ha sido cuestionada de tantas maneras que numerosos pensadores prominentes están comenzando a afirmar que ésta ha sido completamente falsada.

Además, cada vez más se reconoce a la religión como una fuerza motriz en el mundo del desarrollo social y económico. Por ejemplo, el campo interdisciplinario del desarrollo muestra que ciertas actitudes hacia el trabajo y ciertas cosmovisiones son más propicias para el progreso social que otras; de acuerdo con esto, está en marcha un proceso de aprendizaje en acción sobre cómo fomentar esas actitudes. Este mismo campo del desarrollo ha subrayado el papel de las organizaciones religiosas en la prestación de servicios sociales, así como en la creación de programas de desarrollo exitosos.

Por otro lado, se han puesto en tela de juicio algunas de las conexiones entre religión, violencia y conflicto, señalando que la causa de muchos conflictos vinculados a la religión no es la religión en sí misma, sino la fusión de la religión con el nacionalismo o la etnia, o con ambos.

Por último, Europa, frente a todo pronóstico, acoge a nuevas religiones y nuevos debates como resultado de muchos procesos entrelazados, como la integración global y las migraciones, la desilusión con filosofías materialistas y hedonistas y con su promesa de una felicidad basada en la satisfacción inmediata de las necesidades, las conversiones, las nuevas formas de espiritualidad, la búsqueda renovada de la identidad, los movimientos ecológicos con algunos rasgos cercanos a perspectivas trascendentales, la verificación de que las ideologías materialistas, ya sean capitalistas o comunistas, han producido desigualdades en el primer caso y totalitarismos en el segundo, el recrudecimiento de un debate creciente y un renovado interés por el papel de la religión en la esfera pública o los desafíos que plantea la gestión pública de la diversidad religiosa y de la cohesión social en contextos más plurales.

La tradición liberal como marco incuestionable e invisible

Otra razón por la que los problemas sociales ligados a la religión son tan problemáticos es la asunción del marco liberal como un marco de valores neutral. MacIntyre en Competing rationalities plantea que desde la ilustración, una tradición de investigación ha establecido su lógica en el debate público sin hacer explícitos sus supuestos. Cualquier tipo de actor que entra en el debate asume inconscientemente estas lógicas. Algunas de estas premisas vinculadas al liberalismo o a las democracias occidentales que han sido naturalizadas son las siguientes:

  • La democracia liberal partidista es el mejor sistema de gobierno.
  • El individuo es la principal entidad de la vida social y los derechos políticos y civiles individuales son la clave del progreso.
  • La separación entre lo público y lo privado.
  • La relevancia del individuo sobre la comunidad y de la identidad individual sobre las identidades colectivas, que a veces se consideran opresivas.
  • La necesidad de tensión entre las instituciones y los ciudadanos.
  • La noción de poder como dominación.
  • La economía como eje de la vida social.
  • La competencia como principio articulador de la organización social y como clave de la excelencia.
  • La división entre religión y política, fe y razón, mente y corazón, racional y emocional.
  • La racionalidad instrumental como la forma más elevada de racionalidad.
  • El crecimiento económico es la clave para el progreso social.
  • La naturaleza como recurso a explotar.
  • El interés nacional como principio fundamental de las relaciones internacionales.
  • El interés individual como motor del progreso.
  • La negociación como estrategia más eficiente para la toma de decisiones colectiva.

No obstante, se reconoce que las diferentes ideologías y grupos religiosos provienen de otras tradiciones de indagación intelectual y parten de supuestos diferentes. El caso del islamismo político es paradigmático. La interpretación liberal de lo que se debe hacer para integrar a los musulmanes está relacionada con la idea de que el Islam debe experimentar un proceso de modernización para renunciar a las dimensiones políticas. El punto que se propone aquí es que esto no es posible porque en el corazón del Islam existe una conexión entre la fe y la organización política. El islam sin esa dimensión no es Islam. Hay otros grupos religiosos, ya sean católicos, evangélicos o protestantes, que tampoco sostienen esta división. ¿Qué se puede hacer?

Hay nuevos pueblos, religiones y concepciones en Europa, por lo que el marco también debe ser objeto de debate público. Estas ideas se desarrollan en el documento «Un cuestionamiento de las bases conflictuales del debate contemporáneo».

Una propuesta sobre la manera de abordar los fenómenos sociales vinculados a la religión

El enfoque metodológico que se plantea aquí para explorar con mayor profundidad y rigor los fenómenos sociales vinculados a la religión consta de dos etapas secuenciales. La primera etapa se relaciona con el esfuerzo por tratar de entender estos fenómenos utilizando la lógica de la religión, un tema que se desarrolla en el artículo «Los riesgos de no entender las lógicas de la religión y del fundamentalismo» 1. Luego, en una segunda pero importante etapa, el fenómeno debe ser abordado desde la lente de otras explicaciones que no tienen a la religión como clave explicativa central: la identidad, la organización y movilización política, las luchas de poder, el nacionalismo, la lucha de clases, la opresión, la racionalidad instrumental…

Por ejemplo, aplicando el modelo de estudio presentado en el párrafo anterior, para responder adecuadamente a la gestión pública de la diversidad o a la amenaza de ISIS, es fundamental avanzar hacia una comprensión más profunda de qué es la religión y cuál es su función social, teniendo en cuenta cuál ha sido su influencia histórica, identificando claramente cuándo se convierte en fuente de civilización y cuándo en fuente de fanatismo. Sin embargo, las estrategias para combatir los procesos de radicalización muchas veces no toman en cuenta estas lógicas y terminan alimentando implementando medidas a corto plazo que azuzan los procesos de radicalización en el largo plazo.

Un prerrequisito para estas respuestas, que se aleja de la línea de pensamiento anterior, es que la alfabetización religiosa debería ser incluida en la agenda pública. El analfabetismo religioso de la sociedad es uno de los factores que se correlaciona con los prejuicios y estereotipos que alimentan las posturas extremistas.

En segundo lugar —tal como se señaló—, una vez realizado este análisis a partir de las lógicas de la religión, deben incluirse otras perspectivas que vean a la religión en términos de movimientos políticos, de conexiones identitarias colectivas, de discursos de legitimación, o de un tipo específico de extremismo.

La conexión entre algunos de los factores identificados anteriormente y el surgimiento de movimientos populistas de ideología extrema

Los puntos resaltados en las secciones anteriores no son factores causales directos del surgimiento de los llamados «movimientos populistas de extrema derecha» en Europa. Sin embargo, se consideran cruciales tanto para prevenir su aparición como para responder eficazmente ante ellos. Esta última sección, por el contrario, abordará aquellos factores que parecen estar más directamente relacionados con la emergencia de dichos movimientos.

La proliferación de grupos religiosos que desafiaron el statu quo, la intensificación de los procesos migratorios, los prejuicios y los mitos sociales que surgen de estos factores alimentan a los populismos y aumentan la receptividad hacia sus argumentos, que están muy relacionados con el rechazo de todo lo que proviene de lo que consideran extraño.

La integración global también ha generado diferentes marcos de referencia que alimentan sentimientos de desorientación. Los movimientos populistas de ideologías extremas —xenófobas— utilizan un discurso que parece familiar y claro dentro de esta atmósfera, lo que produce una falsa sensación de seguridad.

La percepción de la nueva penetración del islam en Europa —aunque esté presente en el continente desde hace siglos— es especialmente problemática, ya que el islam se concibe como una religión «extranjera» y la gente lo asocia con la inmigración. La existencia de Al-Qaeda y el Daesh sirve para justificar los argumentos populistas extremos contra el islam. Así, estos movimientos explotan el recurso al miedo.

Otro punto relacionado con el anterior es la expansión de la islamofobia en toda Europa. Cuanto más alta es la islamofobia, más fácil es que los movimientos populistas lleguen a la mente y al corazón de la gente.

Las crisis económica experimentadas desde 2007 y las dificultades para superarla, estimularon a sectores de la sociedad a buscar culpables. Los «otros», los «extranjeros» que traen «religiones regresivas» son la causa de todos los males de la sociedad. Este diagnóstico es más simple que el análisis de los economistas. En última instancia, el discurso populista es bastante atractivo: «los economistas, los banqueros, las élites, no pudieron predecir ni prevenir la crisis, por lo que su diagnóstico es irrelevante». La estrategia de comunicación de los populismos en este sentido fue más eficaz y más fácil de entender: «la causa de nuestros problemas está fuera por lo que, al sacarlos —los inmigrantes, los musulmanes, los extranjeros—, el problema se solucionaría».

Lo que se considera una crisis de las estrictas interpretaciones materialistas de la realidad, las incertidumbres que provienen de las influencias postmodernas, la creciente complejidad de las sociedades contemporáneas plantean un desafío añadido sobre las cuestiones existenciales. En consecuencia, la gente busca certezas que los movimientos populistas extremistas ofrecen, generando seguridad a través de reivindicaciones dogmáticas que son simplistas pero, como ya se ha mencionado, atractivas. Dicen lo que a la gente le gusta escuchar: nosotros somos los «buenos», los otros son los «malos»; no tenemos que reflexionar sobre nuestros errores y fracasos, ya que los errores y los fracasos pertenecen a otros.

El hecho de que la democracia partidista liberal fuera incapaz de superar la crisis económica —entre otras crisis— redujo su legitimidad y nutrió sentimientos de indignación que también han sido canalizados por los movimientos populistas. Además, las críticas inspiradas en la Ilustración contra la autoridad abrieron la puerta al relativismo y al dominio de las emociones.

Además, y en relación con lo que se mencionó al principio del documento, ciertas transformaciones sociológicas, como la religiosidad de las personas, no han sido bien entendidas desde las instancias políticas tradicionales. De ahí que se esté produciendo una desconexión cada vez mayor entre la política y la realidad social, como señala el profesor Innerarity en Política en tiempos de indignación.

Algunos pueden plantear que la democracia liberal de partidos, al colocar tanto el acento en la lucha de poderes, en la competición y el conflicto regulado, favorece que surjan movimientos populistas ya que, en esencia, cualquier partido que intenta llegar al gobierno y mantenerse en él, aduce argumentos que en un momento determinado son algo populistas y demagógicos. Esto hace que todos los partidos, en ocasiones, eluden sus principios a fin de conectar con las bases del electorado y con la opinión pública. Bajo esta óptica, la emergencia de partidos con ideologías más extremas y discursos populistas es inherente a la profundización de la democracia liberal de partidos. La adhesión estricta al marco de los derechos humanos puede ejercer un rol de contención para que dichos movimientos no adopten consignas xenófobas y excluyentes, pero parece que la democracia liberal de partidos conlleva inevitablemente esta tensión.

Finalmente, la consecuencia lógica de un entorno fluido de cambios, incertidumbres, pluralismo creciente, falta de referencias claras, miedo y superficialidad es una búsqueda renovada de identidad. Esta búsqueda de identidad en ausencia de referencias sólidas se dirige a los únicos temas que parecen claros y que sustentan el discurso populista: la etnicidad, la ideología simplista y antagónica, la religión, el nacionalismo y el retorno al pasado imaginario homogéneo y sus certezas.

Conclusión

El análisis realizado en el documento trata en primer lugar de mostrar que una comprensión pobre y simplista del proceso de secularización puede impedir que se comprendan y se responda eficazmente a los problemas sociales vinculados a la religión, como la gestión pública de la diversidad y el pluralismo religiosos.

En segundo lugar, se propuso que se pusiera en tela de juicio el marco liberal que limita los debates contemporáneos. Por el contrario, sus lógicas y supuestos se imponen sobre fenómenos que deben ser examinados bajo sus propias pistas y claves. El ejemplo más paradigmático es cómo tratar con el islam en Europa. La expectativa de «modernizar» el islam para que encaje en Europa parece ser ingenua y da por sentado que «modernizar» significa ajustar las cosas al estilo europeo.

En tercer lugar, se sugiere que los fenómenos sociales vinculados a la religión deben abordarse en primer lugar bajo la lógica de la religión y, a continuación, utilizando otras perspectivas heurísticas, como los estudios culturales, políticos, de interés, discursivos o identitarios.

Finalmente, para completar el cuadro, la cuarta sección subraya lo que se consideran algunas de las principales causas directas que impulsan el surgimiento y la popularidad de los movimientos populistas de derecha. Tal como se mostró, existen diferentes factores entrelazados, la mayoría de ellos vinculados a cambios sociológicos como resultado de la migración, a la crisis económica, a las transformaciones religiosas y a otras transformaciones sociales o sentimientos de rechazo que son canalizados y explotados a través de las estrategias de comunicación de los movimientos populistas de extrema derecha. El mismo sistema de partidos y la democracia liberal, al articularse en torno a la competición y el conflicto, pueden llevar dentro la semilla de los populismos. Estos, aunque contenidos por el discurso y el marco legal de los derechos humanos, siempre estarán con mayores o niveles de tensión en el interior de este sistema político.

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1 https://blogs.ucjc.edu/criminologia-iter-criminis/el-riesgo-de-no-entender-las-logicas-de-la-religion-y-del-fundamentalismo/

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