Religión y ciencia: ¿sistemas de conocimiento opuestos o complementarios?

Publicado en: Revista Utopía
Religión y ciencia: ¿sistemas de conocimiento opuestos o complementarios?

Las concepciones sobre la ciencia y la religión han variado mucho a través de la historia, pero especialmente desde el final de la Edad Media, pasando por la Ilustración, hasta nuestros días. El dogmatismo religioso, característico de la Edad Media tardía, paulatinamente fue descartado por la racionalización emancipadora que a la postre llegó a convertirse en otro dogmatismo, pero este de carácter materialista. Este conflicto artificial puede haberse dado por una comprensión limitada tanto de la naturaleza de la ciencia como de la religión, así́ como por prejuicios, más que por una incompatibilidad estructural de ambas. Han sido varias las tendencias que han buscado la reconciliación entre la ciencia y la religión, pero siempre desde la perspectiva de diferentes áreas de jurisdicción, y nunca desde la interacción armoniosa dentro de un mismo propósito: comprender la realidad.

Enfoques acerca del diálogo entre ciencia y religión

Los enfoques acerca del diálogo entre ciencia y religión pueden adoptar diferentes posturas. En un punto extremo, tendríamos las concepciones dogmáticas, ya sean teológicas o materialistas, que niegan la capacidad de uno u otro sistema para explorar la realidad. La religión y la ciencia serían dos opuestos irreconciliables. Otro enfoque, generalizado hoy día en Occidente, es que la ciencia se ocupa de los aspectos materiales, sociales y políticos, y la religión de los asuntos de la conciencia. Esta postura se ilustra bien en la separación entre Iglesia y Estado, en la dicotomía entre mente y corazón, y en las teorías de la religión individualizada, donde se afirma que la religión es un asunto individual. Otro planteamiento algo más unificador es el que argumenta que la ciencia y la religión se ocupan de una misma realidad, pero que solo son necesarias temporalmente. Esta concepción puede adoptar dos variantes. Por un lado, estarían los que consideran que la ciencia va descubriendo cosas que la religión ya había dicho desde hacía mucho tiempo. Entienden, pues, que la ciencia va a ir certificando lo que la religión ya sabría. La segunda variante sería aquella que dice que la religión es útil para las culturas no muy científicas, pero que, a medida que la ciencia se vaya desarrollando, la religión ya no tendría nada que decir. El penúltimo planteamiento acerca del diálogo entre la ciencia y la religión, que es algo más conciliador, considera que la ciencia y la religión son dos sistemas de conocimiento que exploran diferentes facetas de la realidad, cada una de ellas moviéndose en su propia esfera y respetando la esfera de la otra. Así́, la ciencia se ocuparía de los aspectos materiales, sociales y psíquicos de la realidad, y la religión acerca de sus aspectos espirituales, de los valores y los principios. No obstante, como veremos a continuación, el discurso acerca de la relación complementaria entre la ciencia y la religión ofrecería otra perspectiva más ingeniosa.

Ciencia y religión, dos sistemas de conocimiento complementarios

La ciencia y la religión son dos sistemas de conocimiento. La ciencia explora principalmente la realidad física y la religión la realidad espiritual. Sin embargo, la realidad es una, y el objeto de investigación de la ciencia y de la religión a menudo es el mismo. Así́ ocurre en lo referente a la realidad social y psicológica. Tanto la ciencia como la religión estudian la naturaleza humana, la sociedad, los sistemas de gobierno, y un sinnúmero de cuestiones que pueden caber dentro de lo que denominamos «realidad social». Por tanto, ambos sistemas ofrecen perspectivas valiosas acerca de la sociedad, de su funcionamiento, de las leyes que han de regularla, de los principios y valores que la sostienen, de los procesos necesarios para generar cohesión social y de los mecanismos más apropiados para el avance de la civilización. Desde esta perspectiva, la relación entre la ciencia y la religión pone en evidencia una trama de realidades, de prácticas y discursos en compleja interacción.

Conclusión

Con este enfoque, la religión y la ciencia no son solo complementarias y sinérgicas, sino que se necesitan mutuamente, tanto para explorar con mayor precisión y tino la realidad social, buscando su transformación, como para no caer en dogmatismos. La religión que no está en armonía con la ciencia deviene en superstición y fanatismo. No todo, entonces, vale en nombre de la religión. Es preciso que esta pueda ser sostenida por la razón. Del mismo modo, la ciencia sin religión degenera en materialismo o, al menos, cercena parte de las dimensiones espirituales de la experiencia humana, y puede producirse la paradoja, como demuestra abundantemente la experiencia, de que la ciencia y la tecnología propicien la destrucción del hombre y generen sufrimiento. En ambos casos, cuando la ciencia y la religión no van de la mano, surgen fundamentalismos, ya sean de origen religioso o procedentes de otros reduccionismos, más o menos materialistas.

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